Junio… un mes de principio de verano, de vacaciones, de luz…
Para mí… un mes de prisas, de trabajo, de cerrar proyectos, de actuaciones, de “no llego”, de cansancio… Y este año más. Sí, los que me conocen seguro me dirían que hago demasiadas cosas y con razón…y este año más. Pero la satisfacción de hacerlas, de descubrir, de conseguir o de compartir, compensa al final todo el esfuerzo y las horas noctámbulas para acabar a tiempo.
Para recuperarme necesito cosas que me hacen sentir bien y una de ellas es lo que acabo de ver en casa: un cuadro… especial. No un original, por supuesto, pero sí una copia a la que quiero mucho. Me he decidido a hacer un post en este blog para compartir sensaciones.
Pensándolo bien, será que todavía no he acabado de encontrarme a mí misma pues me gusta el Hiperrealismo y me encanta el Surrealismo. De éste último, uno de mis artistas favoritos es Magritte, el autor del cuadro de mi pared. Nacido en Bélgica en pleno 1898, sus obras juegan con la percepción del entorno y provoca en el espectador sensaciones, a veces incómodas, de incertidumbre y de replanteamiento de la realidad.
Pero la mejor manera de conocerlo es contemplar su obra y sentir…